Hace días que el tortugo Margarito (quien anteriormente
creíamos era una bella fémina de la especie) está alojada en la residencia
Nogoyá.
Prmero supusimos que el cambio de alojamiento le provocó un estreñimiento;
sospechamos que los ruidos que empezamos a escuchar eran quejidos por su dolor
de panza; casi confirmando esta teoría la vimos estupefactos montarse a los
empeines de nuestros pies (imagen que levemente recordó perros frotándose en
celo), pero en nuestra inocencia creímos entender que se trataba de una
ocurrencia, nada más.
El alerta se activó cuando, tras oir unos ruidos que tanto podrían ser quejidos
como gemidos contenidos, la vimos -para nuestro asombro- dándole de lleno a la
pata de una mesa con toda la energía de un joven adulto macho!
Alarmados salimos corriendo todavía convencidos de que se trataba de fuertes
retorcijones, y que el frote era una estrategia para calmar su dolor; nosotros,
analfabetos de su dialecto. Rajamos al socorro buscando la compasión de un
veterinario especialista que pueda poner fin a tanto martirio, y le de un enema
o una pastillita salvadora...
La veterinaria del barrio estaba cerrada y antes de volar al Hospital-Escuela
de la facultad de veterniaria, llamamos al Dr que años atrás la había salvado
de la constipación.
En eso, y mientras marco el número, y en pleno frote del tortugo, vemos salir
una masa negra, blanduzca desde la parte trasera del animal, y al igual que los
hinchas alentando a su equipo, gritábamos "vamos Margo, dale que ya
sale!", pero inmediatamente esa materia oscura se volvió para adentro.
Silencio.
"Hola, si, hablo con el Dr Pedroza?" y me despacho explicándole la
situación del pobre tortugo desterrado de su habitat, estreñido desde hace 5
días, con esa cosa negra que le sale y le vuelve a entrar, ay pobre bicho que
no se puede desprender de su materia fecal, será que extraña, será que no come
bien... Dr, qué hacemos?
Y después de un largo silencio, entre cómplice y risueño, me deasnan: "por
lo que me decís... está en celo, y eso que le sale y se le vuelve para adentro
es el pene."
Nuevo silencio y un poco aliviada y ahora otro poco curiosa, pregunto: "pero
entonces... ay pobrecito! lo tendríamos que cruzar con una tortuga!
¿Sufre?"
-"Como un monje Tibetano!"
Entre risas y un suspiro le corto al doctor, y miro al reptil, compadeciéndolo
de su miseria, y mientras pienso la manera de acercarle una compañera, veo que
se acerca cariñosamente a la pata de la mesa, como un Monje.
1 comentario:
sufre como un monje tibetano... pues yo pensaba que no lo sufrían, sino todo lo contrario, lo agradecían!
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